Entrevistas // 2018-10-14
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Myriam Bregman
"Estados Unidos interviene cada vez más a través del Poder Judicial”
La legisladora del Frente de Izquierda expresó que tanto el Lava Jato en Brasil como la causa de las fotocopias de los cuadernos de Bonadio “tienen como hilo conductor la embajada estadounidense”. “Bolsonaro no sería Bolsonaro si Lula no estuviera proscripto”, consideró.


 Myriam Bregman, legisladora porteña por el Partido de los Trabajadores Socialistas en el Frente de Izquierda se refirió a las amenazas que recibe hace un tiempo tanto ella como el diputado nacional Nicolás del Caño y el dirigente gremial Roberto Baradel, y sostuvo que “provienen de grupos derechistas” que se “envalentonan con un discurso oficial” que es “estigmatizante contra la dirigencia gremial y política”, y del que “Patricia Bullrich es parte”.

La abogada referente en derechos humanos sostuvo que “la situación de la causa de Bonadio y del Lava Jato en Brasil tienen un único hilo conductor en común que es la embajada de Estados Unidos” y remarcó, en diálogo con Va Con Firma, que las leyes de ficha limpia, la ley antiterrorista y del arrepentido, son una “legislación que vienen exigiendo hace años para intervenir en la política local” a través “del Poder Judicial”.

Y agregó que “la causa que instruye Bonadio es una causa totalmente orientada hacia el gobierno anterior, que no persigue terminar con la corrupción, ni con la corrupción en la obra pública”.

Sobre la situación en Brasil y el triunfo de la derecha, Bregman expresó que “lo que pasa hoy con Bolsonaro tiene que ver con que no hubo una respuesta contundente al golpe institucional” que destituyó a Dilma Rouseff, y aseguró que debemos aprender que “las luchas de masas no dadas hoy, nos dejan en una debilidad tal que después no se puede reemplazar con magia electoral”.

En cuanto al movimiento feminista, indicó que “tiene que atravesar” la disyuntiva de si van “a enfrentar a los poderes reales que actúan contra nuestros derechos o vamos a permitir que sigan siendo ellos los que decidan sobre la vida de todas nosotras”.

-¿De dónde cree que provienen las amenazas que le hicieron a usted, a Nicolás del Caño, a Roberto Baradel y cuáles son los objetivos?

-Por lo que hemos podido ver nosotros, en nuestro caso evidentemente provienen de grupos derechistas que nos amenazaron varios días y todavía alguna amenaza nos llega y algún llamado intimidante nos hacen. Pero no podemos desligar estos grupos que nos amenazan con un clima creado por el propio gobierno, esto hay que señalarlo porque es muy grave lo que está pasando. Porque Patricia Bullrich centralmente, pero también estos ejércitos de trolls que hay en las redes sociales que se adjudican a Marcos Peña, nos estigmatizan permanentemente haciéndonos responsables de distintas situaciones, creando un sentimiento de odio contra dirigentes sociales, de la izquierda, gremiales y creo que en ese clima se dan estas amenazas que son de personajes que se sienten envalentonados, protegidos, por ese discurso oficial. Hay que señalar también que hay un amplio silencio oficial sobre el hecho, por eso es tan preocupante; a Roberto Baradel le amenazaron los hijos, otros dirigentes fuimos amenazados y el gobierno no dice absolutamente nada. Nosotros después de mucho tiempo tuvimos el jueves una reunión en la Casa Rosada con el ministro del Interior y otros funcionarios y es la primera vez después de eso que al menos le dedican una frase sobre lo que nos pasó. Nosotros queremos que como mínimo haya igualdad; vimos en La Pampa a una persona que subió una fotografía diciendo que iba a matar a Vidal y rápidamente de detuvieron, la investigaron. Patricia Bullrich ahí no tuvo que esperar nada para encontrar al responsable. Es muy distinto el trato que hay en estos casos cuando hablan de personas del oficialismo que cuando son de la oposición.

-¿Sucede lo mismo con lo que dijo la ministra de que los movimientos sociales alientan el narcotráfico en los barrios, que los cubren?

-Me parece una barbaridad enorme, enorme, lo que dijo Patricia Bullrich. Hace tiempo que viene hablando de los movimientos sociales estigmatizándolos, responsabilizándolos de todo lo que ocurre, culpabilizando a sus dirigentes. Es una política consecuente, pero en ningún caso Bullrich podría avanzar así si la justicia actuara. Nosotros con un grupo de organismos de derechos humanos    hace casi un mes presentamos un recurso ante la justicia cuando Patricia Bullrich dijo que el dirigente Juan Grabois se la pasaba todo el día en la calle, de qué vivía, etcétera. Presentamos una acción exigiendo que dé explicaciones, que diga de dónde había sacado esa información, cómo a ella le constaba eso o como lo sabía, y por qué lo utilizaba de esa forma, de persecución en los medios de comunicación. Y la justicia todavía no hizo nada. La justicia no encontró a quienes amenazaron a ninguno de nosotros, entonces es evidente que estos personajes se envalentonan con un discurso oficial, que Patricia Bullrich es parte de ese discurso tan estigmatizante contra la dirigencia social y política y por otro lado la justicia deja correr.

-¿Cree que lo que ocurrió en Brasil no es tan lejano a lo que podría ocurrir acá? Porque hay  sectores de la sociedad que apoyan estas cuestiones y Bullrich tiene mucho apoyo.

-Creo que son dos situaciones distintas que no se pueden obviar. A veces se hacen comparaciones electorales. No se puede comparar la situación de Brasil porque en Brasil hubo un golpe institucional, eso no se puede obviar ni darle una consideración menor, es muy importante. Yo fui la primera en denunciarlo en el Congreso de la Nación siendo diputada nacional, y tanto nuestro partido como nuestra corriente internacional en Brasil y en todo el mundo vienen, desde el momento en que destituyeron a Dilma Roussef, denunciándolo. Creo que lo que pasa hoy con Bolsonaro y con estos sectores de la derecha tan fortalecidos y envalentonados tiene que ver con que no hubo una respuesta contundente al golpe. Es muy concreto, no se puede sacar de ese contexto. Bolsonaro no sería Bolsonaro si Lula no estuviera proscripto, perseguido y en la cárcel. Fueron elecciones absolutamente fraudulentas. Echaron a Dilma Roussef, pusieron a un presidente como Temer para aplicar políticas absolutamente antipopulares, comenzó un ataque a las conquistas sociales, encarcelaron al principal líder de la oposición, le impidieron hasta dar una entrevista, le hicieron una censura y una proscripción total; y no hubo una gran respuesta. Ni siquiera los grandes sindicatos poderosos ligados al PT dieron una respuesta en la calle. Y ahí hay una advertencia que hace Brasil, si bien las situaciones son distintas, la advertencia es que las luchas de masas no dadas hoy nos dejan en una debilidad tal que después no se puede reemplazar con magia electoral. Esa gran lección de Brasil es la que tenemos que aprender.

-¿Le parece que acá no se podría dar algo similar con Cristina Kirchner y con la persecución de Bonadío por las características del movimiento popular?

-Siempre he denunciado que la situación de la causa de Bonadio, del Lava Jato en Brasil tiene un único hilo conductor en común que es la embajada de Estados Unidos y estas leyes que durante mucho tiempo desde el departamento de Estado de Estados Unidos se han exigido, como son los casos de la ley de ficha limpia, las leyes antiterrorista y del arrepentido; son toda una legislación que vienen exigiendo hace años para la región, para intervenir en la política local. Si acá no puede intervenir directamente como en otros países que suben a un presidente a un helicóptero y se lo llevan, en estos países intervienen cada vez más a través del Poder Judicial, de los jueces como el juez Moro, entrenados y preparados en Estados Unidos. Y en Argentina eso también pasa. Nosotros señalamos que en el caso de Cristina Kirchner, obviamente la causa que instruye Bonadio es una causa totalmente orientada hacia el gobierno anterior, que no persigue terminar con la corrupción, ni con la corrupción en la obra pública sino que es una causa completamente orientada. La situación que lo hace distinta en la Argentina es que no existe una ley como la de ficha limpia que impediría que fuera candidata. Eso no le quita el carácter persecutorio que está teniendo esa causa y la utilización que se hace de esa causa.

-¿Cree que el combo económico y de ajuste para este año y el que viene puede generar conflicto social, represión o una situación similar al 2001?  

-Lo que me preocupa es que la situación social se deteriora día a día y que no hay una lucha seria  para enfrentarlo. El gobierno, como siempre hacen los gobiernos, con el fantasma de que los quieren desestabilizar y que conspiran contra él para que no haya reacción popular. Acá lo grave es que la dirigencia sindical no está llamando a una lucha consecuente, con los poderosos sindicatos que tiene la Argentina para parar este ataque enorme que estamos viviendo. El 24 de octubre se vota el presupuesto y nosotros entendemos que ese día tenemos que estar todos en la calle, que tiene que haber un paro con movilización para que todos y todas podamos estar en las puertas del Congreso Nacional exigiendo que no se apruebe. 

-¿Hacia dónde cree que va el movimiento feminista? ¿Le parece que tiene que complejizarse ideológicamente para que no sucedan cosas como la transversalidad que tuvo la votación de la ley de legalización del aborto?

-El movimiento feminista está en un punto de inflexión porque con la votación en el Senado quedó claro que hay poderes reales que actúan contra nuestros derechos. Que no es un problema de que “la sociedad está en contra” como se decía antes, o que “la sociedad no está preparada”. Se demostró que la sociedad está mayoritariamente preparada, que no está en contra, que las mujeres están en su absoluta mayoría a favor, pero que hay poderes reales que actúan contra ella. El movimiento feminista hoy, o enfrenta esos poderes reales o no vamos a tener derecho al aborto. No se puede seguir mirando para otro lado. Acá las iglesias católicas, las iglesias evangélicas, se han movilizado contra nuestros derechos como nunca lo hicieron, por ejemplo, contra los femicidios. No los vimos  desarrollar esa fuerza para que no nos maten. Entonces me parece que el movimiento feminista tiene que atravesar esa disyuntiva, si vamos a enfrentar a esos poderes fácticos o vamos a permitir que sigan siendo ellos los que decidan sobre la vida de todas nosotras.


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